Gabriela Guadalupe Cruz Martínez

Subdirectora de Riesgo Operacional y Tecnológico

Banco Sabadell MX

En el mundo bancario, la adecuada gestión del cumplimiento normativo, así como la integridad institucional y la estabilidad económica, se ha vuelto más que un requisito legal; un pilar esencial para mantener la confianza que los clientes depositan en la institución. Sin embargo, en muchos entornos, el cumplimiento es percibido como un mero trámite o incluso como un obstáculo para el trabajo diario. Esta percepción errónea puede conducir a malas prácticas y riesgos significativos para las instituciones y sus partes interesadas. Es crucial abordar esta problemática y promover una cultura de cumplimiento arraigada en todos los empleados, independientemente de su nivel jerárquico, para asegurar que se comprenda la importancia del cumplimiento normativo y su impacto positivo en el negocio.
En muchas organizaciones el cumplimiento normativo es percibido como un proceso burocrático, e incluso como un impedimento para el desarrollo de las actividades comerciales. Los empleados, en su búsqueda por alcanzar metas financieras y cumplir con los objetivos establecidos, pueden sentir que seguir las regulaciones y los controles, les genera una carga adicional que les resta tiempo de sus labores ordinarias. Esta errónea percepción, y el desapego de las normativas que rigen las operaciones bancarias, pueden exponer a la Entidad a situaciones de riesgo, consecuencias legales, sanciones, e incluso daños reputacionales que repercutirán en la pérdida de confianza de sus stakeholders.
Para abordar esta problemática y fomentar una cultura de cumplimiento arraigada en todos los empleados, es necesario implementar estrategias y cambios en la dinámica operativa del banco. Primero, es crucial que los líderes de la organización den el ejemplo y demuestren un compromiso con el cumplimiento normativo, lo que es conocido en la doctrina como el “tone at the top”. Su liderazgo establecerá el tono para toda la organización y enviará el mensaje de que nadie está por encima de la regulación.
La comunicación clara y constante es otro pilar fundamental. Se debe comunicar de manera efectiva los valores y el compromiso con el cumplimiento normativo. Esto se puede lograr mediante capacitaciones periódicas, sesiones de sensibilización y comunicados que destaquen la importancia de cumplir con las regulaciones.
Se debe establecer un sistema de  reconocimientos para aquellos empleados que demuestren un compromiso excepcional con el cumplimiento y la ética. Esto fomentará una competencia positiva y promoverá un ambiente donde el cumplimiento sea valorado y reconocido. Además, resulta fundamental promover el uso de la línea ética y garantizar la imparcialidad en la gestión de denuncias. Para lograrlo, una medida efectiva puede ser la delegación de la administración de denuncias a un proveedor externo encargado de mantener registros y realizar investigaciones. Esto garantizará que las resoluciones se tomen de manera colegiada, lo que no solo asegurará la imparcialidad, sino que también aumentará la confianza de los empleados.
Implementar estas estrategias resultaría en cambios significativos dentro del banco. Primero, se lograría una eficiencia operativa al eliminar la visión del cumplimiento como un impedimento, y permitir que los empleados se centren en sus responsabilidades fundamentales sin distracciones. Además, se fortalecería la reputación del banco al garantizar que todas las operaciones se realicen de acuerdo con las regulaciones y normativas vigentes. La confianza de los clientes y la percepción positiva del banco en la comunidad aumentarían, lo que podría traducirse en un mayor flujo de clientes y oportunidades de negocio.
La reducción de riesgos operativos es otro beneficio significativo. Al cumplir con la regulación, el banco minimizaría las posibles sanciones y multas, preservando así sus recursos financieros y optimizando sus resultados económicos. En última instancia, se crearía un entorno de trabajo más ético y colaborativo, donde los empleados se sentirían valorados y motivados para contribuir al éxito de la organización de manera ética y en línea con las regulaciones establecidas.
Para fortalecer aún más la cultura de cumplimiento, es esencial definir una alianza sólida entre la primera y la segunda línea de defensa. La segunda línea, a menudo vista como una entidad reguladora o “policía”, debe ser considerada un aliado estratégico en lugar de una amenaza. Cuando ambas líneas trabajan en conjunto, los procesos pueden ejecutarse de manera eficiente, y la institución estará mejor preparada para enfrentar cualquier eventualidad.
La segunda línea de defensa puede proporcionar orientación y supervisión imparcial, ayudando a la primera línea a identificar y abordar riesgos de manera proactiva. Esta sinergia asegura que se cumplan tanto las normativas internas como externas, y que la institución esté mejor preparada para enfrentar desafíos regulatorios y operativos.

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